Vivir en condiciones de carencia desencadena un fenómeno llamado visión de túnel.
Sucede cada vez que queremos satisfacer la escasez -de forma urgente, pero no permanente- de algo y para eso necesitamos recursos económicos o de otra naturaleza.
Lo bueno es que incentiva la productividad porque obliga a buscar la forma de obtener recursos.
Lo malo es que agota recursos cognitivos que terminan por convertirse en decisiones que aumentan esa escasez en el futuro .
A mayor carga mental, mayor tendencia a tomar malas decisiones.
La falta de recursos cognitivos afecta la forma de relacionarse con otros.
En los niños por ejemplo, si viven en condiciones de escasez, un padre tendrá poco o nada de tiempo de relacionarse con sus hijos y eso afectará su desarrollo.
Un estudio aplicado a niños y niñas de 3 y 20 años que viven con adultos de altos o bajos ingresos económicos, mostraron una diferencia en el desarrollo de áreas cerebrales relacionadas al lenguaje y la ejecución de tareas. Los resultados fueron positivos en el primer grupo.
La pobreza se asemeja a una condición crónica de estrés, un ser humano sometido a estrés constante, libera cortisol suficiente para hacerlo más vulnerable de padecer ansiedad o depresión.
A menores niveles de ingreso y educación, mayores niveles de cortisol.
De acuerdo con la OMS los individuos en pobreza sometidos a estrés y con poco control cognitivo ayudan a perpetuar el círculo vicioso de esta condición social.
Fuentes:
Nexos
Paradigmas